sábado, agosto 30, 2008

Cuentos para reflexionar

EL CARPINTERO.

1ª parte.
Dos hermanos que eran agricultores vivían en fincas vecinas. Cultivaban la tierra juntos, compartían la maquinaria y el trabajo. Pero esto terminó repentinamente un día, cuando hubo un pequeño malentendido y se dejaron de hablar. El desencuentro fue creciendo hasta llegar a ser una diferencia abismal entre ellos, y pasaron a ni siquiera dirigirse la palabra.
Una mañana alguien llamó a la puerta del hermano mayor. Al abrirla, encontró a un hombre con herramientas de carpintero. "Estoy buscando trabajo por unos días, quizás usted tenga que hacer alguna reparación en madera y así yo pueda ganar un poco de dinero, porque no tengo".
"Sí, tengo un trabajo para usted. Mire al otro lado del arroyo aquella finca, ahí vive mi vecino, bueno, de hecho es mi hermano menor. ¿Ve usted aquellas maderas? Quiero que construya una valla de madera de dos metros de alto en la parte del terreno de mi propiedad, en esta orilla del arroyo, porque no quiero volver a ver a mi hermano nunca más."
Ajustaron el precio y el carpintero se comprometió a hacérselo.
El carpintero trabajó durante varios días midiendo, cortando la madera y clavándola. Un día cuando el granjero regresó al final de la jornada, se encontró al carpintero en la puerta de su casa diciendo que ya había terminado su trabajo. Le pagó lo acordado, fiándose de que habría trabajado bien, ya que no había visitado la valla.
Cuando salía el carpintero, llegó su hermano menor, que sin decir ninguna palabra abrazó a su hermano, mientras le decía: "Perdona por lo distanciados que hemos estado. Eres mi hermano y eso es lo único que importa. A partir de ahora quiero que seamos y nos comportemos verdaderamente como hermanos!". Fue así como los dos hermanos se reconciliaron.
¿Cómo pudo ocurrir esto?

2ª parte.
Al día siguiente, fue a visitar la valla y lo comprendió todo.
El hermano mayor cuando fue a ver el resultado de la obra del carpintero, se quedó atónito y con los ojos completamente abiertos. ¡¡¡No había ninguna valla de madera de dos metros!!! En su lugar había un puente que unía las dos orillas del arroyo!! Era un pequeño y bonito puente de madera, que unía la finca de un hermano y la del otro.
Siguen haciendo falta carpinteros, porque todavía quedan demasiados puentes por construir para salvar las distancias que existen entre hermanos.

EL CIENTÍFICO Y SU HIJO.

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, intentaba con sus estudios encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba días en su laboratorio en busca de respuestas para sus dudas.
Un día, su hijo de 7 años invadió su laboratorio decidido a ayudarlo en su trabajo. El científico, nervioso por la interrupción, le pidió al niño que fuese a jugar a otro lado. Viendo que era imposible sacarlo de allí, el padre pensó en algo que pudiese darle con el objetivo de distraer su atención.
De repente se encontró con una revista, en la cual había un mapa con el mundo. Con unas tijeras recortó el mapa en varios pedazos y junto con un rollo de cinta se lo entregó a su hijo diciendo: "como te gustan los rompecabezas, te voy a dar el mundo todo roto para que lo repares sin ayuda de nadie". Entonces calculó que al pequeño le llevaría todo el día recomponer el mapa, y así él podría trabajar sin ser molestado por el niño. Para su sorpresa, pasados unos minutos, escuchó la voz del niño: “Papá, papá, ya hice todo, conseguí terminarlo”.
Al principio el padre no creyó al niño. Pensó que sería imposible que, a su edad, hubiera conseguido recomponer un mapa que jamás había visto antes. El científico levantó la vista de sus anotaciones y comprobó, sorprendido cómo el mapa estaba completo. Todos los pedazos habían sido colocados en sus debidos lugares.
¿Cómo era posible? ¿Cómo el niño había sido capaz?
Respuesta
o Hijo, tu nunca antes habías visto el mapa del mundo, ¿cómo pudiste hacerlo?
o Papá, yo no sabía cómo era el mundo, pero cuando sacaste el mapa de la revista para recortarlo, vi que del otro lado estaba la figura de un hombre. Así que di la vuelta a todos los recortes y comencé a recomponer al hombre, que sí sabía como era. Cuando conseguí arreglar al hombre, di la vuelta a la hoja y así conseguí arreglar el mundo.

EL CIEGO.

Había una vez un hombre que en un pueblo sin alumbrado eléctrico una noche caminaba por las oscuras calles llevando una lámpara de aceite encendida. La ciudad era muy oscura en las noches sin luna como aquella. En un determinado momento, se encuentra con otro hombre. El segundo mira al primero y de pronto lo reconoce. Se da cuenta de que es Pedro, el ciego del pueblo.

Entonces le dice:
-¿Qué haces, Pedro? Si tú eres ciego, ¿para qué llevas una lámpara en la mano? ¡Si tú no ves!

Respuesta
Entonces, el ciego le responde: - Yo no llevo la lámpara para ver mi camino. Yo conozco la oscuridad de las calles de memoria. Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mí...

Ver, oír y mirar mi vida

Les compartimos un tema de reflexión personal que nos regalo el Hermano Fray Miguel Angel, quien hoy día realizó este tema como retiro con los Madrugadores de San José de La Serena.
LA primeram parte es los temas para desarrollar en esta reflexión personal, luego viene el desarrollo de los mismos.
Saludos de Paz y Bien
Ver, oír y mirar mi vida
Recoger, acoger, confiar

Mirar mi vida (de hoy, de esta semana) al estilo de María que “guardaba todo en su corazón” (Lc 2, 51)

1. Pedir luz para poder entrar en mi propio corazón y poder discernir qué lo mueve y lo habita.

2. Agradecer: Hacer memoria de los bienes recibidos.

3. Mirar y ver:
- Los acontecimientos más destacables.
- Los sentimientos que me han provocado.
- Los pensamientos que han generado.
- Cómo he reaccionado ante ellos.
- Cuáles han sido las consecuencias de dichas reacciones en mí (satisfacción, alegría, tristeza, enfado,…)

4. – Arrepentirme por aquello que me ha dejado insatisfecho, triste,…
– Alegrarme y agradecer por los pasos dados en mi crecimiento…

5. Responsabilizarme: poniendo la mirada en el futuro. Qué podría hacer para que la vida sea más plena para mí y para los demás.

6. Terminar con un breve diálogo con Jesús “como un amigo habla con otro amigo”.



Ver, oír y mirar mi vida (examen espiritual de conciencia)
Recoger, acoger, confiar

Mirar mi vida (de hoy, de esta semana) al estilo de María que “guardaba todo en su corazón” (Lc 2, 51)

El examen espiritual de conciencia es la lectura creyente del día. Consiste en un discernimiento espiritual hecho en la oración, trayendo a la memoria los acontecimientos y mociones interiores vividos en el curso de la jornada. Se trata de mirar en la fe la propia vida con los ojos de Dios.
La vida ordinaria puede ser un progresivo encuentro con Dios, a través de una relación personal e íntima con Él, que nos habitúa despacio, día tras día, a ver el mundo, la historia presente, nuestra historia cotidiana, con sus ojos y su corazón, para leerla como Él la lee.
Mi mundo interior es el lugar donde Dios me encuentra y me habla cada día. Hacer discernimiento espiritual significa buscar las trazas de la presencia amante de Dios en mi vida cotidiana, educar el corazón para hacerlo sensible al trabajo de Dios y descubrir con maravilla dónde Él quiere conducirme, que actitudes, elecciones, comportamientos, quiere Dios hacer madurar en mí a través de los acontecimientos diarios.
Mi atención sobre la jornada transcurrida no se vuelve hacia mis acciones realizadas para “clasificarlas” en buenas o malas (sería un examen sólo moral), sino que mi atención se fija en la acción de Dios en mí. Dios mismo trabaja en mi vida para hacer crecer y profundizar mi relación con Él, la alianza y la amistad que nos une.
El examen espiritual de conciencia consiste en mirar desde la fe mi propia vida con los ojos de Dios

1. Pedir luz para poder entrar en mi propio corazón y poder discernir qué lo mueve y lo habita.

Hago un momento de silencio externo e interno. Me hago callar a mí mismo. Me sitúo en la presencia del Señor, me dejo mirar por Él. Explicito mi fe en único Dios, revelado en Jesús.

- Recito el Credo o el Padrenuestro.

Reconozco la presencia de Dios que todo lo envuelve y todo lo sustenta, y le pido su Espíritu, para que me ayude a permanecer alerta, despierto, vigilante.
Pido al Espíritu que me ayude a salir de mi estrecho ángulo de visión y acoja la mirada de Dios sobre mi vida, para que pueda abrir mi mirada sobre sus horizontes, sobre su proyecto de amor sobre mí y sobre toda la humanidad.

- Oración: Señor, dame tu Espíritu, para que yo pueda ver todo lo que hoy he vivido como Tú lo ves, con tus ojos y con tu corazón.


2. Agradecer: Hacer memoria de los bienes recibidos.

Tomar conciencia del amor que el Señor tiene sobre mí y me ofrece cada día. Reconocer los dones del Señor, su presencia afectuosa. Descubrir la belleza, el bien, lo positivo presente en el hoy de mi vida, que vienen de Dios. Hacer un agradecimiento motivado y consciente por los dones recibidos de Dios en la jornada transcurrida.

 Señor hoy te quiero agradecer por…
- El don de la fe:
 Creación, elección, alianza, redención, filiación, recapitulación, resurrección, la presencia de su Espíritu en mí.
 Fe, sacramentos, la Providencia, la Iglesia, la vida, quien vive junto a mí, la humanidad, la creación.
- Lo que me has regalado hoy:
 Momentos y recuerdos positivos, relaciones humanas fructuosas, acontecimientos alegres, simples, fraternos. Encuentros, amigos, familia…
- Los del Espíritu:
 Amor, alegría, paz, comprensión, cordialidad, bondad, mansedumbre, dominio de mí mismo.
 Caridad, sabiduría, paciencia, humildad, pobreza, alegría, temor de Dios, misericordia.

3. Mirar y ver:

- Los acontecimientos más destacables.
- Los sentimientos que me han provocado.
- Los pensamientos que han generado.
- Cómo he reaccionado ante ellos.
- Cuáles han sido las consecuencias de dichas reacciones en mí (satisfacción, alegría, tristeza, enfado,…)

Ahora se trata de hacer un discernimiento de las llamadas. El fin perseguido es ayudarme a discernir la voluntad de Dios sobre mi vida, para poder afrontar las situaciones concretas que se presentan, para que con mis elecciones, con mis actitudes y mis comportamientos yo pueda construir mi respuesta de amor concreta al amor que Dios tiene hacia mí. Dar mi personal contribución a la realización del Reino de Dios.
Recuerdo la jornada transcurrida a grandes líneas y me detengo en una o dos de las situaciones que he vivido en el día de hoy. Pongo atención a los sentimientos que encuentro en mí como reacción interior dichas situaciones.
Llamo por su nombre a cada uno de los sentimientos que me han visitado en esta jornada, sin sentirme culpable. Asumo dichos sentimientos como míos, los dejo libremente salir a la luz, y delante de Dios, veo las motivaciones en mi obrar concreto. Se trata de poner ante Dios el origen de estos sentimientos, presentándoselos al Señor.

o Señor, en esta situación, ante esta persona, en estas circunstancias, he tenido un sentimiento de…
- Alegría, gozo, satisfacción, gratitud, maravilla, sorpresa, admiración, simpatía, piedad, entusiasmo, esperanza, gusto espiritual, conmoción, optimismo, paz, serenidad, misericordia, bondad, confianza,…
- Aburrimiento, contrariedad, fastidio, antipatía, inquietud, turbación, embarazo, aridez, insatisfacción, desconfianza, pesimismo, tristeza, debilidad, amargura, dolor, sufrimiento, desesperación, miedo, ira, dispersión, dificultad, incomodidad, disgusto, decepción, desconcierto, consternación, remordimiento,...
-
4. Arrepentirme o alegrarme.
– Arrepentirme por aquello que me ha dejado insatisfecho, triste,…
– Alegrarme y agradecer por los pasos dados en mi crecimiento…

Me observo interiormente de forma serena para, al repensar ante Dios lo que he realizado en la jornada, tratar de distinguir el poso que lo vivido deja en mi corazón ante Dios. Observo qué me deja en el corazón ante Dios lo vivido, repensando lo que he hecho, dicho o pensado, y trato de llegar a lo más hondo de mi corazón, poniéndolo humildemente ante Dios.
En diálogo con el Señor trato de discernir si el camino recorrido va por las sendas que Dios tiene pensadas para mí. Es el momento de la conversión interior, de poner cara a cara la verdad de lo vivido ante Dios que me acoge en mi verdad, ya que Él me ha creado por amor y tiene para mí un proyecto de vida y de amor.
Me alegro y agradezco cuando el poso que me deja conlleva paz, serenidad y alegría. Acojo estos sentimientos como llamadas que Dios me hace a crecer en la conformación con Cristo, su Hijo. La senda a seguir pudiera ser profundizar dichas llamadas.
Cuando descubro retazos de intranquilidad, desasosiego conmigo mismo,… puede que esté ante una tentación (oculta o manifiesta) o ante el engaño de un pecado. Continuar por esta senda llevará seguramente a distanciarme de Dios, de mi caminar en Cristo y de mis hermanos. En diálogo con el Señor trato de distinguir las llamadas que Él me suscita en dicha situación concreta.
Acojo la misericordia que Dios en su infinita bondad de Padre me ofrece cuando me he dejado llevar de una tentación. Siempre permanece intacta para el futuro mi libertad humana (que es don de Dios) y la gracia misericordiosa de Dios en el perdonar.

Oración
- Te agradezco, Señor, porque Tú me acompañas con amor en mi caminar de cada día, pronto a levantarme cuantas veces caiga. Tu perdón me da la posibilidad de retomar con alegría y confianza los pasos siguiendo el camino que Tú me indiques.


5. Responsabilizarme: poniendo la mirada en el futuro. Qué podría hacer para que la vida sea más plena para mí y para los demás.

El objetivo es cargar mi mochila de esperanza y confianza para seguir caminando. Ofrezco al Señor mi empeño de vivir con serena atención mi próxima jornada, y le agradezco que acompañe mi camino con su gracia que me ayuda a discernir su voluntad sobre mí. También le agradezco la libertad que me regala a través de su perdón gratuito en toda circunstancia.

Miro el mañana con un corazón nuevo, lleno de confianza, de coraje y de fe, y estoy dispuesto a acoger en el curso de la nueva jornada que viviré las llamadas de Dios. Dejaré que sea Él quien conduzca mi vida, más allá de mis debilidades, necesidades, desalientos, infidelidades y heridas internas que todos llevamos, especialmente aquéllas que se repiten a menudo y que como personas llevamos en nuestro corazón debiendo convivir a diario con ellas.

o Confiando en tu ayuda, te ofrezco, Señor, mi empeño en responder a las llamadas que me vas realizando cada día a través de los acontecimientos y de las personas y te pido que sostengas mi propósito con tu gracia.

6. Terminar con un breve diálogo con Jesús “como un amigo habla con otro amigo”.

Agradecer al Señor Jesús este encuentro. Mi vida es importante a los ojos de Jesús, con el que hablo cada día de los acontecimientos vividos. Por más insignificantes que me puedan parecer a través de ellos el Reino se va haciendo realidad, pues Jesús actúa a través de mis manos, habla con mis labios y piensa a través de mi inteligencia.

Te agradezco, Señor, este rato de oración. Tú lo sabes todo, tú sabes que te amo… Dame luz en mi camino, dame la gracia de serte fiel, perdona mis caídas, ya sabes que soy frágil. Perdóname por todo aquello que en mis acciones te haya podido ofender. Dame la gracia de no apropiarme del bien que realizas a través de mí.
- Padrenuestro
- Ave María
- Gloria.
Oración
o Gracias, Jesús, por estar aquí conmigo y en todo momento acompañándome. Ayúdame a visitar, con los ojos y el corazón de Dios Padre, mi vida de cada día, para descubrir en el tejido de los acontecimientos y en los sentimientos que los han acompañado, las llamadas de Dios y mis pobres respuestas a dichas llamadas.